martes, 7 de octubre de 2008

Martes

El Pais-07/10/2008

El juez Garzón, el cardenal Rouco y los fusilados de La Serna
Un familiar pide al magistrado que acelere las exhumaciones

NATALIA JUNQUERA - Madrid - 07/10/2008


Jesús Rodríguez, de 65 años, ha pasado toda la vida buscando los cuerpos de sus cuatro tíos -Francisco, de 38 años, Nicolás, de 35, Mariano, de 27, y José, de 18-, fusilados el 14 de agosto de 1936 en La Serna (Madrid), y ahora que por fin los ha encontrado, no quiere esperar ni un minuto más para recuperar sus cuerpos y enterrarlos con el resto de la familia.

Por eso ayer, tras 20 días de silencio del arzobispado de Madrid (a cuya cabeza figura el cardenal Rouco), propietario del terreno donde se encuentra la fosa en la que yacen sus familiares, el familiar acudió a la justicia para solicitarle al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón que se dirija a la remolona entidad para que autorice la exhumación.

El georadar, una máquina que la Guardia Civil utiliza para localizar cuerpos, arsenales de armas o fardos de droga bajo la tierra, detectó el pasado 9 de septiembre que en el lugar al que llevaba la información recabada en años de investigación, se había removido la tierra para enterrar cuerpos, casi con toda seguridad, los de los cuatro tíos de Jesús Gutiérrez y otros cuatro vecinos del pueblo, dos de ellos emparentados también con los cuatro hermanos. Sus apellidos: Lamela, García y Vega.

Jesús escribió rápidamente al alcalde y al cura del pueblo. Marisa Hoyos, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que ha dado el empujón definitivo a la investigación de Jesús, telefoneó al obispado. Como no han obtenido respuesta, han decidido acudir al juez. "De todas formas, voy a escribirles una carta y pedir una entrevista con quien haga falta para agilizar esto", explicó ayer Hoyos.

"Estaban todos en casa de mis abuelos porque les habían pedido ayuda para recoger la cosecha en el campo. Los falangistas fueron a buscarlos de noche, mientras dormían. A las tres hermanas las dejaron tranquilas. Mi padre se libró porque como era el único que estaba casado se quedó en Madrid a cuidar de la mujer y los hijos", explica Jesús Gutiérrez.

Aquella noche del 14 de agosto, María perdería a cuatro de sus cinco hijos varones. "Mi abuela se quedó ciega poco después de pura tristeza", afirma Gutiérrez.

Su padre no supo lo que había ocurrido hasta mucho tiempo después. No le dijeron nada y se fue a luchar al frente. "Le cogieron y le enviaron a un campo de concentración. Cuando regresó a casa le contaron que era el único de los hermanos que seguía vivo. Se quedó destrozado, triste", recuerda Gutiérrez.

Jesús no conoció a los hombres que busca en la fosa de La Serna. Pero ha heredado la amargura de una familia que perdió a cuatro de sus miembros en un día. "Soy el último que queda. Es mi obligación buscarles e intentar enterrarlos dignamente, todos juntos, con el resto de la familia", asegura.

En sus años de búsqueda, Jesús Gutiérrez ha tropezado muchas veces con ese miedo que impide 70 años después hablar a los supervivientes, pero también con confesiones emocionadas, como la de un hombre al que localizó en una residencia y que pudo haber sido el noveno de esa fosa en la que yacen hoy sus tíos. "Se escapó de chiripa gracias a un teniente que le llevó a un camino y le dijo: '¡Corre y no vuelvas hasta que termine la guerra!".

No contempla la posibilidad de que el obispado les niegue la posibilidad de abrir la tierra donde fueron enterrados hace 72 años para enterrarlos en un cementerio con los suyos. "No les queda más remedio que dejarnos hacerlo, porque las cosas ya no son como eran. Se ha abierto una vía legal para localizar a las víctimas, y hay una presión de las familias que no había antes. Porque esta gente existió y tenía una familia. Les cortaron la vida en lo mejor. ¡A cuatro jornaleros humildes!", se indigna Jesús. "El único que pertenecía a alguna asociación de izquierdas, el sindicato UGT, era el mayor. Ninguno había hecho nada malo. No merecen estar donde están", zanja.

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